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19 de diciembre de 2013

Gente


Sombras como una letanía inflaman el aire, cantos desesperados resuenan entre edificios de acero y témpano, lamentos sordos y huecos hacen de la vida monotonía.
Gente, buena gente que llena calles, mercados, plazas, colma hogares y casas. Gente, que asomada a la desgracia, a la sin razón, a la injusticia aprieta los dientes y domestica el alma, alma y espíritu domesticados para no ladrar, para no morder ni tan siquiera a quién le ataca.
Es gente que mira a otro lado esperando que pase de largo el amargo trago, buena gente que no se subleva, que no pide ni grita ni nada, sólo espera que pase o que no pase nada.
Es la gente que alimenta, con su silencio y su mirada injusticia, devastación, escándalo, locura y perversión suprema, es la gente que aguanta todo sin queja. No llora cuando otro llora, se incomoda si otro se queja, mira a otra parte si alguien zozobra, si se le necesita su compromiso se aleja.
La buena gente que puebla pueblos, ciudades, países y tierras sin levantar la cabeza ante el poder establecido, ante el que cede siempre sin resistencia. Es la gente buena que sólo exige al que tiene por debajo para que no levante la cabeza.