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26 de abril de 2013

Rostros


Surcos recorriendo toda la superficie, grandes pliegues acentuando la rudeza de un lugar seco y devastado.

Espacios cuarteados, tallados por los rigores de decenas de inviernos, de sinfín de estíos.

Cándidos, estructurales, surcos de la ira y de la bondad de los hombres. Como sendas que recorren sus rostros, rostros de tierra reseca tatuados con trazos de estilo y buril.

La vida cincela hoy nuestro rostro de mañana, como capa corácea a veces, como tela sutil otras.

Cada miedo, cada rencor, cada amor y desamor, cada pensamiento, locura o temor, cada sentimiento, desvelo, incertidumbre, aprecio y desprecio queda grabado en la profundidad del alma y en la superficie del rostro.

Rostros que desvelan lo mejor y lo peor, en afectadas facciones acumuladas, superpuestas.

Me asomo al abismo de mil rostros, rostros que me miraron, semblantes perdidos ya en los confines del tiempo, rostros atormentados, rostros que se perdieron.

Surcos de vida esculpen volúmenes y senderos hechos con jirones de lo que en cada instante habita en lo interior.

Rostros desfigurados, monstruos hechos rostro, rostros aún por cincelar, rostros nuevos y antiguos rostros, rostros bellos e impecables, libres aún de la gubia del tiempo.

Rostros ocultos que no quieren mostrar su realidad, rostros tapados, maquillados, operados, botulínicos rostros, rostros desesperados por ser quien no son.

Rostros duros protegiendo el interior débil, rostros débiles dulcificando el oscuro interior, rostros efigie, mueca o mohín, hieráticos rostros inexpresivos con la crueldad a flor de piel. Rostros inmutables ante el sufrimiento y otros empáticos hasta la extenuación.

Rostros todos que cuentan vidas en lenguaje de gestos, pliegues de piel como palabras escritas en un verso.