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11 de mayo de 2009

Éxito

Movidos por el éxito, inmersos en la bonanza económica, imbuidos por la corriente infinita de la suma permanente. Espacio lleno, repleto, dónde “más” es siempre insuficiente, lugar en el que toda abundancia es escasa, donde la carencia y el vacío se alimentan de consumo. Avance vertiginoso, trepidante. Desprecio por todo cuanto no es rabiosamente nuevo. Yonquis de la moda, adictos a la novedad, enganchados a la última primicia, amantes del estreno, exhibidores del lujo, colgados por aparentar, locos por poseerlo todo y más.

Conocimiento, justicia, economía, tecnología, progreso, bienestar, socialización democrática del éxito. El éxito es meta y coartada de la desmedida ambición, terreno abonado para que la ética, la compasión, el respeto por el otro, la solidaridad, el cuidado de lo común, la belleza, se apaguen ante la tiranía del sentido práctico, eufemismo moderno que enmascara la dictadura del éxito a cualquier precio.

Maquiavélica maquinaria de consumo y producción. Consumir a ritmo creciente es una huída hacia adelante, que deja en su retaguardia tanta basura y destrucción, que ni las altas y bien vigiladas vallas del lujo podrán contener el alud.

Terminología errónea que confunde más con mejor; más dinero, más votos, más patrimonio, más lectores en el blog, más audiencia, más éxito. Cuando “más” lo mide todo, la cantidad acaba sepultando a la calidad y asesinando toda cualidad no adictiva.