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22 de septiembre de 2008

Artificio

Vivimos, habitamos en el puro artificio; artificial es el modelo, artificial la forma y también el fondo. Vivimos en una civilización que es una construcción humana. Y el conjunto de normas y leyes que rigen nuestra vida en sociedad, nuestra entorno en común, mantiene sujeto o bajo arresto al animal que subyace detrás de este ser civilizado modelado con tanto esmero.

Pero en cuanto la norma establecida por este orden artificial cede un ápice por circunstancias cualesquiera, asoma detrás el voraz ser irracional que hace acopio de provisiones ante la más mínima alerta de esacesez, que hace colas inopinadas en las gasolineras en su afán acaparador anticipando su carencia, como si estas medidas histriónicas sirvieran de algo en caso de que se produjera de verdad un desabastecimiento.

Vértigo de ciudades exultantes de civilización ante cualquier riesgo de desmoronamiento del sistema. Pánico ante la imprevisible trasformación de tu ejemplar y tímido vecino en depredador contumaz. Asombra entender que tan acostumbrados estamos al estado de “civilización”, que se nos antoja natural tanto artificio, confundiendo habitual con natural, sin entender lo excepcional de este estado civilizado, tan excepcional como la luz en un universo inmerso en la completa oscuridad.

4 de septiembre de 2008

Olvido

La costumbre de vivir nos hace olvidadizos de la muerte; de la propia muerte, la que ocurrirá inexorablemente, aquella que nos devolverá a nuestra verdadera dimensión: inmaterial, etérea. La consciencia de la provisionalidad de la vida, hace modificar su concepción y su sentido por completo, haciéndola más cauta, menos interesada en la nadería intrascendente, más ocupada.

El olvido de la muerte, es el olvido de un destino pre-escrito, es el desarraigado de la procedencia, la omisión de la única certeza. Un olvido así no es circunstancial o casual, sino causal, es la ocultación deliberada de un hecho que implica la concisión de la vida, como paréntesis entre al menos otras dos realidades, el antes y el después.

Anestésico olvido que con su flagrante omisión elude la trascendencia, presentando el primer plano de esta realidad que es la vida como plano único, posición de lo accesorio en lo importante, identificación de lo efímero con lo esencial, de lo fugaz con lo imperecedero, de lo temporal y volátil con lo permanente y palmario.

Omisión coartada, que envuelve de dormidera la razón humana… loco olvido.